Esparces tu voz
como un lamento.
Agonizante y dolida
penetra en mi alma,
sin sonidos, perpetua,
clavándose como espina.
Se adentra ligera,
infame
y persistente.
La calma del día
se diluye.
El amor se difumina
en el aire que toca mi piel.
Los sonidos se quiebran
y el tiempo se nos evapora:
enero es eso, sin ti.
miércoles, 9 de julio de 2008
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